¿Qué es la muerte para el pueblo mexicano?

¿Qué es la muerte para el pueblo mexicano?

Texto de Chef. Vanessa Domínguez

Volumen 1 | Número 6

Fecha: 13 Octubre 2021

La Catrina, la huesuda, y la flaca son algunos de los muchos apelativos con que se le denomina popularmente a la muerte, un acontecimiento natural que la cultura mexicana personaliza y le da carácter de singular personaje, protagonista de divertidas representaciones artísticas, artesanales, musicales y literarias.
Esta antigua tradición mexicana causa asombro e incluso algo de temor en aquellos cuya cultura les ha enseñado a esperar la muerte con dolor y miedo, sin embargo, en nuestro país se le trata con familiaridad, se ríe con y de ella, se le rinde homenaje a través de papel picado, ofrendas, música y color.
La muerte no representa un símbolo de amenaza o tragedia en nuestra cultura, sino que es un símbolo del amor ferviente por nuestros difuntos, esos seres queridos que se nos adelantaron, es un recuerdo ancestral de la cosmogonía prehispánica, de nuestra íntima y personal relación con ella.
Contrario a lo que podrían pensar muchos turistas que nos visitan en noviembre y que ven nuestros festejos como exóticos y un tanto excéntricos nuestras celebraciones no son una indiferencia a la muerte sino una celebración constante por vivir y por mantener vivo el recuerdo de nuestros seres queridos en “el otro lado”.
Las celebraciones actuales de todos los santos y de los fieles difuntos está estrechamente relacionado al calendario agrícola.
La recolección del ciclo verano -otoño constituye el primer banquete auténtico en el sentido alimentario, que básicamente se organiza para los santos y los difuntos y se comparte con ellos, costumbre que tomo arraigo a partir del siglo XVI.

Nuestras ricas tradiciones son el claro ejemplo de cómo se realizó el mestizaje cultural, y como sigue evolucionando a través del tiempo. El día de muertos es una de las tradiciones que más nos ha unificado en pensamiento religioso al pueblo mexicano, además de ser una de nuestras tradiciones más difundidas y conocidas alrededor del mundo, el turismo es atraído por estas peculiares fiestas de regocijo en la muerte, sin embargo poco a poco se han ido deformando principalmente en la CDMX, donde las generaciones jóvenes tienen una idea muy revuelta entre nuestro día de muertos y el Halloween de nuestros vecinos del norte, sin embrago en algunos lugares como es Mixquic o Michoacán se siguen celebrando de forma tradicional.
El fallecido pero celebre Enrique Salazar Híjar y Haro (AICA-INESCO), en un estudio profundo acerca de los rituales mortuorios nos habla de los antecedentes de las difentes fiestas que existían en la antigüedad y su relación con la muerte, así de cómo fueron sustituidas estas costumbre llamadas “paganas” por fiestas de corte “Cristiano” acatando la bula del Papa Gregorio I entre los años 590 y 604, lo cierto es que también en otras culturas como fueron los druidas, los celtas, los romanos y los griegos se tenía una relación especial y espiritual con la muerte, también es su ensayo “calaveras de azúcar” prodigioso y bien documentado nos habla acerca de los rituales precolombinos a Mictlantecutli. texto de gran utilidad documental para el breve bocado de historia que hoy llevo a ustedes.

En algunas etnias indígenas se siguen rituales que muestran el sincretismo cultural a la hora de que le llega la muerte a algún miembro de la comunidad, por ejemplo.
Entre los lacandones, los huicholes y otros grupos étnicos, aún subsiste la vieja costumbre de bañar al muerto para preparar con esa agua café, atole o chocolate; esta bebida es llamada “el agua de olvido”, es para
que el muerto se olvide de quienes la beben, que no los espante y que no se les aparezca.
Pero en la mayoría de nuestro país, los preparativos para celebrar adecuadamente los días 1 y 2 de noviembre comienzan desde la siembra del cempasúchil y la garra de león en los meses de abril y mayo.
En los meses siguientes se manufactura toda la artesanía relacionada a las ofrendas como son candeleros, ollas, platos, calaquitas de madera o papel.
La víspera de los días de todos los santos y de los fieles difuntos se inicia la preparación de los alimentos especiales como el aromático pan de muerto que perfuma con su esencia el camino de nuestros seres queridos, los moles, las salsas, los tamales, las bebidas y las velas complementan la columna vertebral de nuestra ofrenda, así como las fotos, los juguetes, los dulces y las frutas.
Los alimentos se preparan con seria devoción y amor pues si bien se preparan todos los alimentos predilectos de los difuntos a los cuales está dedicada la ofrenda, también se sabe que después de la ritualidad se invita como lugar de reunión para los familiares y amigos, dejando silenciosamente que primero se sirvan nuestros visitantes del inframundo y luego lo que dejen es comido en alegre convite.
En muchos lugares las ofrendas se hacen en el cementerio donde se aromatiza con copal y se adornan de bellas flores las tumbas, se velan con mariachis o con la música predilecta del difunto.

Ya sean las calaveras de azúcar, las flores de cempasúchil, la fruta, el papel picado o el intoxicante aroma del copal, lo cierto es que cada año es una celebración que despierta nuestros más sinceros anhelos, nuestras fantasías más coloridas y porque no, un acercamiento relajado y alegre al camino que todos hemos de recorrer en algún momento, nuestro paso al Mictlán.
Por mi parte es mi festividad favorita, no solo por el goce a la vida sino por la dulce compañía de mis seres queridos. ¡Feliz y delicioso día de muertos!

Chef. Vanessa Domínguez